dissabte, d’octubre 13

Te busco: si eres tú, dime algo

Mi compatriota y colega Iris Fernández me enreda en un meme y me galardona con un premio que por venir de ella ¡me hace todavía más feliz!

En otro orden de cosas, ya está a punto de acabar la quincena. Tengo una vaga idea de cómo son mis alumnos, de quiénes son y de qué es el IOC.
He preparado el módulo de Viaje literario con mucha ilusión. 30 horas de lectura de Crónica de una muerte anunciada con comentarios que nos llevan hacia la historia de la literatura, las maneras de narrar, el tratamiento de los personajes y -sería de mi agrado- a la escritura.
He creado un blog de ficción sobre la lectura que de momento tiene cinco contribuidores pero que todavía no arranca.

Ellos y ellas son afectuosos, estudiosos, preguntones, a veces tímidos. Me miran desde fotos en color. Son caras jóvenes y maduras. Siempre siempre siempre dicen "permiso" y "gracias". Dicen disfrutar de la lectura y quieren más,
Las notas -que estoy corrigiendo este fin de semana- son buenas, aunque debo admitir que solamente un 30% de los matriculados en el módulo se han presentado.

Sólo que ya no puedo leer en mis viajes. Cuando voy en el tren y lo intento, me distraigo mirando a mi alrededor a ver si lo encuentro. ¿Será esa señora de aire caribeño con pendientes fucsias? Puede ser, lleva una carpeta con apuntes en un brazo y del otro colgando una bata celeste. Un chico de unos 30 y pocos años subraya un libro, pero no es el mío. Bajo del tren. Me detengo en una tienda de ropa donde la dependienta está leyendo unos apuntes con un rotulador en la mano. Entro a ver si es ella. Pregunto un precio, no alcanzo a ver lo que escribe, me emociono. No es. Entre todas las personas que caminan a mi alrededor puede haber una de las 207 matriculadas en mi módulo.
Mis días son la pesquisa.
Te busco; si eres tú, dime algo. Que sepas que te quiero.